53- Fundación

En 1897, Swamiji fundó una institución: la Ramakrishna Mission. Esta Asociación tenía, en Belur, un monasterio para monjes y otra sección que creó centros de educación y de salud. Estos centros se ocupaban del bienestar de los ciudadanos: alimentaban a los necesitados y cuidaban a los niños sin hogar; enseñaban a leer y a escribir, y también normas de higiene.

Los pobladores, unidos a los monjes, hacían la limpieza de calles y casas. En tiempos de epidemia, que es cuando mucha gente sufre la misma enfermedad muy contagiosa, curaban a cientos y cientos de personas.

Los jóvenes aprendían carpintería, tejeduría, sericicultura, que es la cría del gusano de seda, y otros oficios.
Swamiji enseñaba que dar ayuda, cariño y protección a los compatriotas es servir a la patria.Con el tiempo se crearon, en muchos países, centros de la Ramakrishna Mission dirigidos por monjes. En ellos se aprenden las enseñanzas que Swamiji había recibido de su Maestro, para ser cada día más felices.





54- Algo para destacar

Algunas discípulas de Swamiji viajaron, desde E.E.U.U. a la India, para colaborar con él en la educación de las mujeres del país. Esto causó algunos problemas. En esa época, no se veía bien que las mujeres trabajaran a la par de los hombres, pero tuvieron que aceptarlas, porque estas señoras trabajaban muy bien ¡y con mucho entusiasmo!
 

Una de ellas, Margaret Noble, se hizo brahmacharini, que es como una monja entre nosotros. Fue la primera mujer de occidente que ingresó a una orden monástica en India.Tomó el nombre de Sister Nivedita. Durante la peste de 1899, ella dirigió los trabajos de limpieza en los barrios pobres de Kolkata.¡Cuánto cariño y valor demostró ayudando a las personas!
También era directora de una escuela para niñas.
 

La Santa Madre y Sister Nivedita

Swamiji siempre luchó para que se diera una buena educación a las niñas, y señalaba lo importante que es respetar a las mujeres. Veía en ellas a las representantes de Dios como Madre. Él decía:
“Los países que no respetan a las mujeres jamás podrán volverse grandes ni lo lograrán en el futuro”.




55- Últimas actividades

Swamiji hizo otro viaje a occidente y recorrió muchos países. Cuando volvió a India se estableció en el Monasterio de Belur. Allí se acomodó en el segundo piso desde donde se veìa el río  Ganges y los verdes campos.
 
¿Qué hacía él?: daba clases y vigilaba el orden del Monasterio. Participaba de algunas festividades, como la fiesta nacional de Bengala en honor a la Divina Madre, y la de febrero de 1902 para recordar el cumpleaños de su Maestro Sri Ramakrishna. Ese día se reunieron más de 300.000 personas.

Se rodeaba de animalitos: Bagha, el perro; Matru, un cabrito que lucía un collar de campanillas; una cigüeña, un antílope y patos, y Hansi, la cabrita. Eran sus amigos.

56- Un gran sabio de todos los tiempos

. . . Así llegó el 4 de julio de 1902
Swamiji rezó y cantó; dictó clases; comió con sus hermanos monjes y dio un largo paseo con uno de ellos. Ese fue el último día de su vida, dejó su cuerpo.
 

Hay personas que nunca mueren, porque sus vidas y sus ideas siguen siendo un ejemplo inspirador de cómo actuar en el mundo para convivir en armonía.


Estas son algunas de las enseñanzas que Swami Vivekananda recibió de su maestro, Sri Ramakrishna, y transmitió al mundo:

Somos hijos del Todopoderoso. Somos chispas del infinito fuego divino. ¿Cómo es posible que no seamos nada? Somos todo, capaces de todo, podemos hacerlo todo y el ser humano debe hacerlo todo. Por eso, hermanos míos, enseñen esta gran doctrina ennoblecedora y sublime a sus hijos aun desde la más tierna infancia.

“Dirijo mi atención al individuo para hacerlo fuerte, para enseñarle que él mismo es Divino, y llamo a los hombres para hacerlos conscientes de esta Divinidad interior. Ese es realmente el ideal, consciente o inconsciente de toda religión”

“Miren a cada hombre, a cada mujer y a todo como Dios. No pueden ayudar a nadie; solo pueden servir, sirvan a los hijos del Señor, sirvan al Señor mismo si tienen el privilegio, si el Señor les concede que puedan ayudar a cualquiera de sus hijos, benditos son; no piensen tanto en ustedes. Benditos son de que ese privilegio les fuera dado, cuando otros no lo tienen, háganlo sólo como una adoración”



Esta es la canción que Swami Vivekananda cantó, en bengalí, aquel 4 de julio.