En su recorrido por India, Swamiji conoció a gente rica y a muchos pobres. Con unos saboreaba exquisitos manjares y dormía en palacios, con otros, descansaba en pequeñas chozas y compartía sencillas comidas.
Así fue conociendo su país y a sus habitantes, sus hermanos. Y su corazón se llenó de amor a la patria que es como una Mamá grande que nos regala todo lo necesario para vivir. Entonces, Swamiji resolvió ayudar a la grandeza de esa gran Madre y al bienestar de sus compatriotas. A ellos les haría comprender que la prosperidad de un país se logra, principalmente, con el esfuerzo de todos, trabajando por ella, unidos en libertad.
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