El gran día llegó. Swamiji estaba hermosamente vestido. Uno de los reyes de India le había regalado una preciosa vestimenta: una túnica roja con cordón anaranjado y turbante amarillo.Un poco nervioso esperó su turno para hablar. El lugar estaba lleno de representantes de todas las religiones. Cada uno de ellos se refirió a las bondades de su propia religión. Cuando por fin habló, y fue el último orador, Swamiji comenzó diciendo: “Hermanas y hermanos de América”.
Cuando terminó su discurso atronaron los gritos y los aplausos. El fue el gran disertante del Parlamento hasta que terminaron sus sesiones.
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