Y, por fin, regresó a India. Qué emoción! Miles de personas lo esperaban. Las calles y las casas lucían adornos de colores y se habían levantado armazones como arcos de triunfo. Todos cantaban, flameaban las banderas y las flores dibujaban una alfombra a sus pies. Lo salpicaban con perfumes o con agua sagrada del río Ganges.
Desfilaban elefantes y camellos. Lo llevaban en un coche. ¿Quién creen que tiraba del coche? ¿Fuertes y briosos caballos? ¡No! Lo arrastraban muchos estudiantes y un rey ¡ el rey de Ramnad! Todos gritaban ¡Viva,viva, Swami Vivekananda!

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