Esta escuela se llamaba Pathashala y en ella los niños aprendían las primeras letras; algo así como nuestro Pre-escolar.
Claro, los papás de Naren, como todos los papás, esperaban que su hijo aprendiera a comportarse un poco mejor y, además, que conociera nuevos amiguitos, cosa que a Naren no le costaba en absoluto. Pero al relacionarse con tantos chicos, lo que primero aprendió fue una sarta de palabrotas que solía repetir en su casa. Esto escandalizó a la familia, por lo cual decidieron no mandarlo más a la escuela y, en su lugar, le pusieron un maestro particular para él y para algunos otros niños del barrio.
Así como a Naren no le costaba hacerse de amigos, tampoco le costaba nada aprender. Rápidamente supo leer y escribir y tenía una memoria prodigiosa. Le bastaba con escuchar una sola vez las explicaciones del maestro para saberse toda la lección.
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