Naren detestaba el aburrimiento. Su mente bullía con más y nuevos proyectos interesantísimos y no dudaba en convertirlos en realidad. Nada ni nadie lo detenía cuando se le ocurría alguna idea.
Por ejemplo, una de sus iniciativas fue organizar una compañía de teatro junto con sus amigos. Para ello construyeron un escenario donde representar las obritas. Ese escenario estaba ubicado en la antesala de su casa. Por supuesto que era un lugar poco propicio para instalarlo ya que impedía el paso de la personas que llegaban de visita. Uno de sus tíos, que tenía poca paciencia, se fastidió tanto que destruyó el escenario y, ¡adiós teatro!
Sin embargo, Naren no se desanimó y decidió levantar un gimnasio en el patio de la casa. Allí se entretenía con sus amigos haciendo toda clase de piruetas y ejercicios físicos. Todo marchó viento en popa hasta que uno de sus primos, ¡se rompió un brazo! Nuevamente, el tío demostró su nula comprensión por las diversiones de los chicos y, ¡destrozó el gimnasio!
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