Un día, Naren y sus amigos estaban tratando de armar un trapecio en el gimnasio de Navagopal Mitra. A pesar de que todos los chicos colaboraban, les resultaba muy difícil levantar el armazón de madera tan pesado. Había unas cuantas personas curioseando lo que hacían los chicos, pero ninguna se acercaba para ayudar. Entonces, Naren descubrió entre los curiosos a un marino que parecía bastante fuerte y le pidió que los ayudara. El marino, de muy buena gana, se acercó y les dijo:
-Aten una soga a la parte de arriba del armazón y tiren con fuerza.
Así lo hicieron los chicos y, mientras tanto, el marino comenzó a colocar los postes en los pozos que habían abierto en el suelo. De pronto, ¡la soga se cortó y todo el armazón se vino abajo! ¡Un verdadero desastre!
Pero lo peor del caso fue que las maderas cayeron sobre la cabeza del marino. El pobre recibió un golpe tan fuerte que cayó desvanecido, mientras que de la herida manaba mucha sangre.
Todos los curiosos huyeron pensando que el pobre marino estaba muerto, pero los chicos se quedaron para tratar de hacer algo por el herido. A Naren se le ocurrió que lo mejor sería vendarle la cabeza, para ello cortó una tira de su dothi, la mojó en agua y la colocó sobre la herida. Luego, abanicándolo, trató de hacerlo reaccionar. Cuando el marinero volvió en sí, los chicos lo llevaron en andas hasta un colegio cercano y llamaron a un médico. El médico examinó al herido y dijo que no era grave lo que tenía y que sanaría en unos pocos días. Naren se encargó de cuidarlo personalmente hasta que el marino estuvo bien.
Finalmente, unos señores del barrio hicieron una colecta de dinero con el que pagaron a un cochero para que llevara al marinero hasta su barco.
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